Tuesday, September 2, 2008

XVII

El camino indefinido por el que vuelan los pájaros locos. (1, 2, 3, 4). Esto es emitir en forma permanente, creo en Dios padre todopoderoso. O no. Y la vida sigue girando alrededor del sol y me pregunto si algún día se detendrá con la palma de su mano que usó antes para tocarla bien, con onda, a ver si pasaba algo, tic toc, tic toc... y de repente de las sombras y el silencio apareció un individuo sin emociones muere ahogado en un mar de incertidumbres y entonces nos comemos las cabezas como salvajes caníbales sombies que salían de la alcantarilla y chorreaban jugo de todo. Pero siempre con cuidado, delicadeza y amor. Las noches lluviosas como las que solía describir Snoopy en sus novelas de apoplejías y mutismo, con absoluta falta de movimiento compulsivo rotatorio. Tenía todos los gautos maullando a su gato no era el único culpable. Sus tíos y abuelos y abuelas del mundo se arrojaron a un precipicio al saber la muerte de Mirta Legrand que inmunda mira de reojo con desnudo resentimiento: el darse cuenta que se te fue demasiada, demasiada energía inacabable, sed de acción, sobre todo angustia para qué, ahora aprovechá y después angustiate en la vejez a la que muchos tanto tenemos. Cuánto miedo a la muerte, miedo a la noche, miedo a la oscuridad, miedo de que me pretendan tantos como yo deseo que me dejen en paz a mí y a mi pobre gatito pelusín

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