Monday, August 11, 2008

III.

Antropología de un delito, muerte y misterio. Trascender vomitando todo el espacio. Hambre para adentro, implosionando, decayendo, pudriéndose, su alma estaba ya cansada de escucharte hablar de lo que te pasa cuando pensás que te ama, ¿o no? ¿te odia? te aborrezco, te queiro mucho!! :) que te llegue por el aire y fuego son elementos tan opuestos, sin embargo dependen uno del otro que no sea yo, porque siempre esperan que diga exactamente eso. Eso, eso que duele cuando siento. Eso era exactamente lo que quería. De explayarse por las paredes, descabezados y despedazados en la maleza se hayaban los restos de la pobre parejita tan disparejita como hablar de ir cuando estás volviendo o tratar de escuchar y escribir lo que te pasa todo al mismo tiempo y culpa. Ya te dije mis miedos y mis traumas, mi cabeza estalla y encima sola. Vino sin soda y sin valijas, estaba en la estación de tren. Es un lugar solitario, lleno de caras raras y largas piernas como tiras de papel crepe que solas no son nada más que un color, una amputación de sus errores. Profecías de diván. La duda del último que se la había cogido, pero había perdido el número, fuck you cachito nunca te voy a entregar las joyas de la abuela que me miraba como si me entendiese. Claro, ahora parece que si vivís cien años sabés todo de la vida de chimango, o mejor dicho de golondrina. Siempre de acá para allá. No quiero pensarlo. No sé qué pensás, no sé si estás -PENSANDO- en esto.

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