Monday, August 11, 2008

VIII.

Qué embole, y eso que estaba feliz como un niño con dinosaurio, poco gracioso y en realidad no causaba tanta gracia, pero a pesar de las muecas no podía parar de reir no le costaba ya tanto. Amar todavía sí. Así las cosas: el elefante malo y el león bueno viajaban juntos en el mismo tren que tomaban todas las mañanas, o no. Y después todo era su contrario, le dije HOLA, se olvidó el cepillo, las cenizas que dejaste en el balcón como si fuese tu pelo suavecito, sedoso, ruludo y sobretodo azul era el planeta de dónde venía el hombre con mil ojos a mí, todo lo que digas está de más, es increíble. Todos están desesperados como carne viva o muerta o nada o todo o vos y yo como nunca, pero nunca más. Sabiendo todo esto, le desee mucha tristeza invadió el alma de la tía Chola cuando los chimangos se comieron a su querido perro Firulais ¡Firulais! La línea que divide el bien y el mal, y unas cosas de otras cosas, y el cliché de todo esto y a mí del mundo es fina, fina y lujosa como la hermana de la novia del Indio Solari, que en realidad era vulgar y trágico. Se reía fuerte. Pero era un personaje. Tenía ganas de comer un asado ya que siendo hindú su religión no se lo permitía ni eso. Ah shh. Shh! Shh! callate o te mato, dame unas monedas vamos a caernos si seguimos bailando arriba de las nubes, ni que fuera en tu cama. ¿Cama? sí, cama. Lo único que creia que sabía que no podría ganar la carrera ya que le faltaba una pierna, piensa. Y el brazo también, dándo vueltas en el lavarropas. Cuando hubo rayos y truenos y aquellos que se escondieron hoy están tan lejos de ser completamente fiel a sí misma. Y amar.

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