Monday, August 11, 2008

VI.

Se sentó y la miró como si nada hubiera pasado y pisado; me parece. Era ella ¿o no? era él. Quièn descubriría el misterio de la torta robada durante el receso escolar inverbe, pero impúdico, esperando en la esquina del colegio con su mochila, lista para subirse a un auto y manejar a cualquier lado a lado con la incertidumbre de saber si alguna vez fuiste más que eso que fuiste: una canción de esas que no son significativas ni ahí. Cualquiera que no hubiese besado el peludo culo del papa merecia morir lentamente, como un tul disolviéndose en una bañera. Qué, ¿pero qué buscás? Si yo no estoy ahí, no estoy aca, no estoy porque no existo, ¿o no? Sí soy, existo, vivo, respiro, pero... ehmm qué tal si en vez de pensar en ella voy y le digo todo lo que siento fuentes de agua. Quiero llorar pero se me estrangula, necesito encerrarme en una mochila que nadie use, guardada en el fondo de algún baúl del sótano, Raúl el almacenero, y las esquinas del niño paralítico que babeaba sobre el piso de la oficina del banco de plaza. Pasaba la gente y las hojas, y todo tenía olor a otra cosa rosa, como el jabón o como la burbuja que si te da en el ojo duele, me duele te dije mucho MUCHO, ¡Basta! Porfis, quereme... como soy, aunque mis padres estén afiliados al partido Nazi. Ohhh- borrón y cuenta nueva, creo que no quiero saberlo. Ahora sólo queda dejar esta lapicera y este cadaver y salir a vivir, para tener qué escribir.

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